Una sonda conecta el tanque de oxígeno a la incubadora. En ella, entre ramas, hojas y piedras, un oso hormiguero, que fue atropellado en Naranjal, Guayas, se aferra a la vida.
Sus inhalaciones son débiles, y constantes, aunque casi no se mueve. El animal emite un olor fétido que se puede percibir en una pequeña sala de la veterinaria Mansión Mascota, ubicada en el norte de Guayaquil, aunque los especialistas me aseguran que es normal.
Luego, escucho lo que parece un siseo intenso que proviene de una jaula. El sonido aumenta al mover la caja.
“¡Una culebra!”, pienso sin verificar qué hay adentro, pero, rápidamente me corrigen.
“Son tres crías de lechuzas de campanario, se cayeron de un árbol en el sector de Capeira y ese sonido lo hacen cuando se sienten amenazadas”, me dice Eliana Molineros, directora de la veterinaria, mientras con la linterna de su celular alumbra la jaula para que pueda verlas.
Se pueden observar tres aves con plumaje blanco.
“Las trajo la Unidad de Policía de Medio Ambiente. Les damos tres ratones diarios a cada una para mantenerlas con buen estado de salud. Luego que crezcan nuestro objetivo es enseñarles a volar”. afirma Molineros mientras acomoda la caja para tranquilizar a las aves.
La especialista toma otra jaula. Abre la pequeña puerta de metal y alumbra el fondo.
Un búho mueve la cabeza rápidamente con un gesto desafiante a pesar de que mide no más de 15 centímetros. Su comportamiento causa risa, pero la experta hace una advertencia.
“No te dejes llevar por su tamaño, ese mochuelo ecuatoriano (Glaucidium nubicola) es el anticristo”, asegura mientras ríe. “Se escapó de la jaula y mató una codorniz a pesar de tener una ala rota. No tenemos, por ahora, los recursos para realizarle más exámenes, pero lo estamos medicando”.
Levanto la mirada y veo un grupo de tortugas charapas, cuyo hábitat natural es la Amazonía, en otra jaula. Unas están comiendo y otras nadan dentro de un recipiente con agua.
“¿También las trajo la Policía Ambiental?”, pregunto a la experta. Lo que me contesta me deja reflexionando.
“No, a ellas las regalaron como sorpresas en una fiesta. Las personas a las que se las dieron me las trajeron. No hay conciencia de lo vulnerable que son estos animales. La gente suele regalar hasta pollos y peces”.
Estos animales silvestres y 23 más, entre tigrillos, zarigüeyas, cuchuchos, iguanas y hurones son parte del Proyecto Sacha que busca recaudar fondos para poder mantenerlos y seguir ayudando a más especies.
Molineros no recibe fondos gubernamentales para el tratamiento médico de estas especies aunque este año el Ministerio del Ambiente habilitó oficialmente a Mansión Mascota para que pueda tratar y rehabilitar a estos animales.
“Desde enero hemos gastado $ 15.000 en comida e insumos para los animales silvestres, hemos tratado a 68 especímenes. Eso ha provocado que deba cuatro meses de arriendo de mi casa donde está el local donde atiendo a silvestres, perros y gatos”, dice Molineros.
Por eso a través de la iniciativa Sacha, cuyo nombre hace referencia a un tigrillo rescatado que no ha podido ser entregado a un centro de rehabilitación por la falta de recursos, habilitó un sistema de donaciones en la página web www.hazvaca.com.
Ver noticia original: http://www.lomasimportante.com.ec/2018/09/23/proyecto-sacha-busca-fondos-para-seguir-salvando-especies-silvestres-en-guayaquil/
Fuente: www.lomasimportante.com.ec